- Miguel Ángel Zapata
- Reseñas
¿Es conveniente desear volver al pasado? ¿Es recomendable ir al futuro antesde que llegue? Miguel Angel Zapata (Granada, 1974) nos lleva a un lugar que no es distópico pero que puede parecer una ucronía. Al modo de la 'Trilogía de Auschwitz' de Primo Levi o de la 'Trilogía de Dantzig' de Günter Grass; Nos tragará el silencio, la novela que nos ocupa; cierra la trilogía que mepezase cin media res con Las Manos (Candaya, 2014) y siguiese con Arquitectura secreta de las ruinas (Baile del Sol, 2018). Si en la primera obra, Las manos, se habla de la pérdida de la identidad individual en pos de lo colectivo; en Arquitectura secreta de las ruinas se recorre la decadencia de los entornos vivenciales como espejo de la degeneración de sus habitantes; ahora llega esta úitima parte del trípode a señalar como se entrega cierta
parte de la libertad del individuo cuando de lo que realmente se habla, es de perder algo más de libertad. Si es que quedaba aún alguna, o era una utopía que al nombrarla se pudiese imaginar que fuese posible.
Zapata plantea una sociedad a una generación o dos vista, donde no queda nada de esperanza libertaria. Donde el certificado de Idoneidad, el Ministerio de la Centralidad, los módulos de Superficie y los Subterráneos conforman una especie de mundo que no deja de ser el sueño/pesadiilla del hombre actual. La Hiedra como organismo absoluto, como metáfora de la planta ascendente que en este caso va absorbiendo todo y engloba lo que hay. A veces, trae a la memoria la película La Zona de Tarkovsky, como sociedad que ha perdido la individualidad sin que el propio individuo lo perciba En la novela de Zapata, los seres parecen seguir rodando en la noria de un hámster sin saber que nada hará que puedan salir y si se desvían habrán de volver a empezar.
El empeño del granadino es la realización de una novela total que explique la decadencia de libertades que existen. La ilusa idea de que se es libre llegando a creer que el eslogan exterior de sé diferente, tú puedes; va aniquilando las pocas probabilidades, ya no posibilidades, que hay de tener algo de libertad. El autor consigue una obra profunda, rica en trabajo previo, hasta la extenuación si se aprecia; para mostrarnos lo que de desoladora puede llegar a ser la existencia. Cada vez más cercana a la de un roedor enjaulado. Mundo gris, aniquilante mientras mira a otro lado, o cuenta milongas libertarias que nunca se darán, solo el final hará comprender este sin sentido. No el de la novela, que lo tiene, vaya si lo tiene; sino el de una vida cada vez más tecnológica, cada vez mas digital, cada vez más alejada de lo analógico, lo afectivo o lo primordial.
Porque como dice al final de una obra por la que hay que felicitarlo -no solo por el resultado, sino por el esfuerzo ímprobo y ciego, al menos a priori-, termina con tres palabras simples y que no destrozan al lector anticipándole nada. «Nuestro silencio, sí» O. de cómo un título devora nuestro entendimiento hasta lievarlo hasta donde casi nadie lo lleva. Punto para Zapata ahora que tras leerlo y valorarlo, viene el silencio a traemos el diálogo con nosotros mismos. Necesario monólogo interior.
Pedro Bosqued