La diosa de los eunucos, cuentos de Sergio Barreto

Por Eduardo García Rojas/EL ESCOBILLÓN

El caso de Sergio Barreto no es nuevo en las literaturas que se escriben a este lado del Atlántico pero sí singular si se tiene en cuenta que salvo uno o dos compañeros de generación, cultiva y bien el cuento, la novela y la poesía.

La diosa de los eunucos
 (colección Sitio de fuego, Baile del sol, 2021) aterrizó en librerías a finales del año pasado, y se trata de un libro de relatos que reúne diez historias en las que Barreto simultanea géneros diversos, adoptando en cada uno de los relatos un estilo particular, adaptado a lo que narra en ocasiones con notable pulso y en otras dando bandazos, como si no hubiera encontrado el estilo a través del cual encauzar lo que deseaba narrar.

Con todo, y que nadie se llame a engaños, Sergio Barreto es un buen contador de historias solo que a veces se deja llevar por el cómo lo cuenta más por el qué es lo que cuenta, lo que desactiva a nuestro juicio el interés de alguno de los diez cuentos que se incluyen en un libro que, pese a sus carencias, se lee con sorpresa, la sorpresa de descubrir (en otros casos de redescubrir) el temple narrativo de un escritor que también es (no fue) poeta.

La diosa de los eunucos inicia su itinerario con Viento quemado, un relato atractivo aunque disperso sobre alguno de los sabios que intentaron rescatar obras antes y durante el incendio de la Biblioteca de Alejandría. No está mal lo que se cuenta pero pierde el equilibrio al final porque no se redondea el texto con un acabado tipo vuelta de tuerca. Se intenta, es cierto, pero resulta algo forzado a nuestro juicio.

El siguiente cuento se titula ¿Qué comen las ballenas? Y desconociendo si se escribió tras ver Galipolli, aquel fantástico largometraje bélico de Peter Weir sobre una de las batallas más sangrientas de la I Guerra Mundial en suelo turco, se trata –es cuestión de gustos personales– del mejor cuento que se recoge en un libro que va en ascenso y descenso como si uno estuviera en uno de los vagones de una montaña rusa. Con todo, ¿Qué comen las ballenas? no hubiera decepcionado a toda esa pléyade de grandes escritores que participó en aquella contienda (nunca se escribió tanto y tan bien en occidente sobre un conflicto, y dejo algunos nombres: Jünger, Remarque, Hemingway, entre otros) aunque las intenciones de Barreto más que una exaltación del combate o un alegato en favor del pacifismo van por otros derroteros que no desmerecen el resultado final de un cuento escrito con convicción.

El tercer relato, Cuando había poca agua, es el más cercano a un anterior libro de cuentos del autor, Las estribaciones occidentales de Cydonia porque transcurre en una ciudad reconocible pero que no es, lo que puede desconcertar a quien lo lea aunque una vez se asumen las reglas del juego no deja de ser un atractivo retrato sobre las miserias humanas con un personaje, Diógenes, que ya dice mucho de por donde irá su discurso.

El primer hijo e Ich Bin Ein Berliner son historias aparentemente diferenciadas pero que entiendo que están unidas por un sutil cordón umbilical. Quizá sean los relatos con influencia más estadounidense de la obra, y como tal ejercicio deben de leerse.

No me ha resultado de lo mejor el cuento que, precisamente, da nombre a este libro, La diosa de los eunucos, un relato contradictoriamente ¿feminista? Pero en el que convergen también otras lecturas que no resultan para nada próximas a ese ¿feminismo? que se deja entre interrogantes. Es, si no me equivoco, el cuento más grande en extensión del libro, lo que me hace pensar que Sergio Barreto se mueve mucho mejor en las narraciones cortas, muy cortas pero sin llegar a los extremismos del microrrelato, que cuando juega con más texto…

Confirma lo que escribo el relato que viene a continuación, Invasión, uno de los más reducidos, cuatro páginas en las que se condensan emociones y una amenaza que viene del mar con resonancias lovecraftianas.

Aisladas, que es el título del cuento que viene a continuación, es con La diosa de los eunucos uno de los cuentos más extensos del libro y, como me sucedió con éste, un relato que se pierde probablemente porque se escribió sin tener muy claro cómo ni cuándo tendría que ponerle punto y final.

Los dos últimos relatos del libro son Astronautas, los últimos rebeldes y Las que cubren sus cabellos con plumas de Hymenops. El primero de ellos tiene algo de Ray Bradbury, y esa misma sombra asoma en el segundo aunque sea una visión muy personal tras leer dos cuentos que, si están en este volumen, es porque su autor debe de haber entendido que funcionaban en una obra que pretende ser una metáfora sobre “el pasado, el presente y el futuro de la especie”, que es lo que se lee en la contraportada de La diosa de los eunucos.

Una obra que con sus desaciertos nos muestra a un escritor que se mueve –cuando no se deja llevar por las musas– con comodidad en un género tan difícil como es el cuento aunque se agradecería una mayor preocupación por el tratamiento ya que, como dijo el escritor argentino Julio Cortázar, “no hay cuentos buenos ni malos sino formas de narrarlos”.

Saludos, cuando todo parecía tranquilo…, desde este lado del ordenador

http://www.elescobillon.com/2022/01/la-diosa-de-los-eunucos-cuentos-de-sergio-barreto/

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