- Álvaro Hernando
- Reseñas
Por Miguel Ángel Ordovás/EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Ofrece Álvaro Hernando en Mar de Varna el mapa a un territorio íntimo y propio pero que se comparte bien gracias a la poesía. A través de sus versos el poeta va desvelando el argumento de la obra, de cuya naturaleza da una esclarecedora pista la cita que encabeza el poemario: «En la tragedia participamos. En la comedia solo miramos». En mayor o menor medida esa idea se asoma a lo largo de todo este libro que ha publicado Baile del Sol.
Como un director de orquesta, es el propio autor quien señala cuáles son los temas que se interpretan en los cuatro movimientos del poemario: en todos ellos se debate Álvaro Hernando entre una carencia invencible y un anhelo revitalizador. Por esa confluencia anda a menudo el poeta, avanzando hacia adelante a la vez que mira atrás, con esperanza, con convencimiento, aunque en ocasiones parece un camino a la nada.
Esa vuelta al pasado y la memoria se encarnan sobre todo en las dos partes centrales del libro, Tapias y Ab imo pectore, que se convierten en sendas búsquedas del tiempo perdido que aunque van por itinerarios diferentes confluyen en una certidumbre que permanece. La primera parte, titulada igual que el libro, abunda en esa visión de un demiurgo cuyo poder quizá sea insuficiente para gobernar el mundo, pero que en su esfuerzo es capaz de generar belleza y pasión. Y la última, Cicatrices, es un final alucinado y alucinante donde la palabra se dispara como en el crescendo de una sinfonía que concluye majestuosa.
Álvaro Hernando construye su poesía con un lenguaje muy cuidado, con una imaginería propia que va repitiendo a lo largo de sus poemas: la sal, el fuego, los árboles, la luz, los pájaros, las hormigas... Pero no es un recurso que empobrezca los versos, sino que los dota de una identidad particular, dando oportunidad al lector a que entre junto al poeta a descubrir los recuerdos que a veces salen de las sombras e iluminan parajes donde la vida puede tener un sentido que merezca la pena paladear.