Sobre EL HOMBRE AJENO, novela de David Pérez Vega por Eduardo Laporte
LA DIGNIDAD LITERARIA DE DAVID PÉREZ VEGA
Así como muchos irradiadores de contenido nos restriegan su presunta superioridad moral, en los libros de David Pérez Vega se da un reverso, más humilde, más abierto, más empático, el de la dignidad. La dignidad nunca fue fotografiada, canta Dylan precisamente en 'Dignity'. Quizá ese sea el afán del autor de 'Koundara' o 'Caminaré entre las ratas'. Rescatar la dignidad de entre las sombras, de entre la mezquindad, de entra la bajeza, ahora sí, moral.
Y de eso hay, siempre de manera oblicua, por supuesto, en 'El hombre ajeno' (Baile del Sol, 2014).
Toda novela tiene algo de cajón de sastre y de maquinaria, a diferencia del relato, afirman los que saben, algo despotenciada, que se dice en Navarra. Y también hay algo de eso en este libro; distintas bestias que tiran de la carroza del autor, y no digo yo que con menos caballos la novela/carroza hubiera llegado más lejos.
La parte dedicada al ídolo literario, Héctor Meier Peláez, por ejemplo, me interesó menos. Y en ese injerto biográfico, tratándose de un personaje inventado, se me hizo algo cuesta arriba. (Entiendo que es un remedo de los autores latinos que David Pérez Vega ha estudiado con fruición y entusiasmo, no sé si José Donoso o Juan José Saer, con cuyos hijos llegó a escribirse vía blog en una correspondencia que dio ciertos frutos que no llego a recordar y que quizá el propio autor nos aclare).
Pero la trama de la novia ucraniana que sufre por los hijos fuera y su no-futuro o la del hermano extoxicómano y expresidiario, hijos ambos de la España vacía y sus deseos de prosperidad, no tienen desperdicio. Ahí brilla con toda su dignidad, con sus ecos de lecturas de calidad a sus espaldas, David Pérez Vega. Como el relato de los trabajos precarios, esos descargadores de camiones en la Madrid profunda, en las orillas de los Móstoles y los polígonos sin alma, en los que parecería imposible encontrar literatura hasta que llega Pérez Vega y te lleva la contraria.
Leeré con ganas la próxima novela del escritor madrileño que, con las bestias literarias más domadas, puede ser algo serio.

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