- John Williams
- Reseñas
En su tierna juventud, Stoner había pensado en el amor como en una manera de existir absoluta a la que podría acceder si era afortunado; en su madurez había decidido que era el cielo de una religión falsa hacia el que se debía mirar con sosegado descreimiento, benévolo y crónico desprecio y vergonzante nostalgia.
No conocíamos a John Williams, de cuyo nacimiento se cumplió un siglo en 2022, hasta que un puñado de voces autorizadas se puso de acuerdo hace unas semanas en subrayar a un tiempo que Stoner, novela que ya cumple cinco ediciones en la editorial canaria Baile del sol, era un texto excelente. Y con pudor por no haber llegado antes a ella, tenemos que darles la razón: se trata del relato de una vida ordinaria narrado de forma extraordinaria, en la senda de otros autores estadounidenses como Cheever o Carver, expertos en bucear en los detalles y sucesos que minan las ilusiones, llenan de inquietud lo cotidiano o introducen la amargura donde no parecía haber razón para que se instalara; en el caso de Williams, esos episodios donde empieza lo malo, que diría Marías, adquieren forma de decisiones y circunstancias, a veces aparentemente menores, que terminan por definir futuros sin que los protagonistas, especialmente William Stoner, lleguen a sospechar su importancia.
Es Stoner la biografía, lineal pero no convencional, de un individuo nacido en Misuri en el seno de un matrimonio discreto y esforzado dedicado por entero a las tareas agrícolas, en las que él también empezará a trabajar en cuanto tenga edad. Esa labor, hacerse cargo de las tierras familiares, podría haber sido su futuro, pero un representante del condado, conocedor de que es buen estudiante en la escuela, sugiere a sus padres que acuda a la Universidad de Columbia, que acaba de estrenar una carrera centrada en la agricultura. Podrían haber dicho que no pero aceptan, y aquel supone solo el primer paso de una vida que Stoner no habría imaginado (ni sus padres para él). Cursando el segundo curso sus inquietudes, y el buen hacer de un profesor que se convertirá en su padre intelectual, lo alejan, aún más, del campo y se inclina -casi sin él advertirlo- por la literatura; en adelante, y a raíz de ese amor inesperado por las letras, no saldrá de las aulas ni dejará de formarse.
Con la misma naturalidad sencilla del que decide desde su juventud inocente, y sin pensar en gravedades, contrae Stoner matrimonio con Edith, mujer por la que experimenta fascinación sin apenas conocerla -seguramente, justo por eso-. Las dificultades no tardan en llegar, pero será tarde para solventarlas cuando se presenten, y más tarde aún cuando conviertan a la hija de ambos en una joven taciturna y sin esperanzas, deseosa de volar lejos. Esa boda desdichada y su oficio también impedirán a Stoner mantener la única relación amorosa que sí le proporciono plenitud, mientras un superior en su Facultad, sin más razón que el placer que a algunos les concede el fastidiar, torpedea su disfrute en la enseñanza.
La desdicha parece perseguir al profesor sin que él haya dado pasos claros para encontrarla y no sabemos si su lucidez percibiendo esta situación, analizando sus penas y las de otros, es su único consuelo o acentúa la sensación de podredumbre. La literatura y su alumna amante fueron sus únicos actos de rebeldía, en busca del placer propio, en un camino corriente y lleno de espinas; como el de cualquiera, por eso la lectura de Stoner supone una punzada y nos deslumbra la escritura preclara y sencilla y la inclemencia de Williams, cuyos personajes trazan, por caminos evitables e inevitables, solos y en sus elegidas compañías, un rumbo propio y rutinario a un sufrimiento del que se harán paulatinamente conscientes. Stoner es una de las mejores novelas que se nos han cruzado sobre el peso de nuestras elecciones, que no sobre nuestra nunca completa libertad.
https://masdearte.com/fuera-de-menu/nuestros-libros-stoner-john-williams/