- Chinelo Okparanta
- Reseñas
Angela Ajayi/The Seatlle Times
La escritora nigeriano-estadounidense Chinelo Okparanta no rehúye los temas polémicos. Su primera novela, "Bajo los árboles de los Udalas", abordó con destreza el amor gay en Nigeria en el trágico contexto de la Guerra de Biafra. Cuando el libro se publicó en 2015, escribir sobre la homosexualidad parecía ser un tabú entre los escritores nigerianos. Hoy, es prácticamente una tendencia, explorada por escritores de prosa y poesía en libros y revistas literarias.
De igual manera, la última novela de Okparanta, "Harry Sylvester Bird", es una especie de curiosa precursora, que se adentra, aparentemente sin temor y con mucha sátira, en el complejo y tumultuoso territorio de la reasignación racial. En este caso, el protagonista, cuya transición inicial es más psicológica que física o cultural, pasa de identificarse como un estadounidense blanco a un africano negro.
Cuando conocemos a Harry, el protagonista de 14 años de Pensilvania, es diciembre de 2016, y acaba de llegar a un resort en Kizimkazi, Tanzania, con sus padres, Wayne y Chevrolet. Sí, la madre de Harry, a quien se refieren como Chevy a lo largo del libro, lleva el nombre de una marca de coches estadounidense. Este peculiar nombre, sumado al hecho de que Harry llama a sus padres por sus nombres de pila, señala una ruptura con la norma. Resulta que son una familia estadounidense blanca, tan arrogante y carente de autorregulación en sus creencias y comportamiento que nos preguntamos por qué deberíamos siquiera preocuparnos por ellos.
Parodia o no, el libro insiste en revelar lo peor de los rasgos principales de sus personajes blancos. Por ejemplo, mientras la familia se instala en una habitación del resort, Chevy reprende a Harry por acercarse demasiado para entregarle el menú. «Como si no fuera su propio hijo», dice Harry, el único narrador de la novela, «como si no fuera la carne de sus entrañas, como si fuera un prototipo patógeno extranjero». Wayne es aún peor; hace chistes racistas sobre la piel oscura de los africanos que intentan acomodarlos en su estancia en Tanzania.
Harry, por otro lado, queda tan cautivado por la amabilidad y la apariencia de un guía de safari, "el hombre con la piel más oscura... los ojos más suaves", que vemos los indicios de la insatisfacción de Harry con su yo blanco, que solo se acelera por el disgusto por el comportamiento de sus padres.
De vuelta en Pensilvania, en un país ahora gobernado por los muy conservadores y xenófobos puristas, “un tercer partido que se dice se separó de los republicanos”, Harry y sus padres avanzan a duras penas por vidas tristes marcadas por la pérdida del trabajo, la infidelidad, una pandemia, salvar un pueblo incendiado llamado Centralia, más provincianismo y, finalmente, un colapso mental que marca una ruptura con el pasado, un pasado que Harry asocia negativamente con su identidad blanca.
De camino a la universidad, Harry decide romper todos los lazos y mudarse a Manhattan, donde se rebautiza como G-Dawg, empieza a psicoterapia por no identificarse como blanco y se enamora perdidamente de una estudiante nigeriana, Maryam. A veces vergonzosa, a veces tierna, la relación interracial de Harry y Maryam tiene sus altibajos hasta que un viaje de un semestre a Ghana los obliga a un cambio radical.
En esta novela extrañamente conmovedora que intenta utilizar la exageración como motor de concienciación social y reparación, Okparanta ha expuesto algunos de nuestros problemas más acuciantes en materia de raza e identidad, en particular los relacionados con el extremismo y la intolerancia. Su enfoque poco convencional nos invita, bajo nuestra propia responsabilidad, a un viaje peculiar, a la vez impactante y revelador.