solo para amantes de las tormentas, cronología

El 13 de abril de 1998 llegó Internet a mi casa. Como era el aniversario de Beckett, fue la primera palabra que escribí en Altavista (aquel noble navegador que se extinguió como las rebequitas en las tardes de agosto).

Al poco tiempo descubrí un grupo de noticias (humanidades.literatura) y me tiré de cabeza. Qué placer ese montón de criaturitas hablando de libros y subiendo sus pinitos.

Si en el cara a cara dicen que solo se necesitan 7 segundos para saber si tienes afinidad con alguien, en la news me sobraron 6.

El 16 de octubre quedé con Jorfasan y La maga en Bilbao.

El 9 de enero de 1999 coincidí por primera vez con Peregrino (se había equivocado de chat, carambolas felices).

El 5 de junio hubo una gran KDD en Madrid y nos vimos, por fin, con Peregrino que resultó ser un niño dulcísimo y guapo de 19 años que escribía comodiós.

El 11 de noviembre quedamos de nuevo en Bilbao, en petit comité, Jorfasan, Peregrino, Mac y yo. Mac y yo llegamos antes de las 7 de la mañana, cada uno en su tren. No nos habíamos visto ni en foto. Jorfasan y yo lo reconocimos de inmediato: el último en salir. Peregrino dijo que iría vestido de pastor y lo cumplió.

Nos abrazamos mucho, desayunamos, nos reímos, y así todo. Se nos unió La maga.

Los amigos me salvan, y esos nicks se convirtieron en Jorge, Iker y Joan para salvarme muchas veces. Por ejemplo, pedí a Joan que me enviara un poema para inspirarme y lo continué como pude.

Esa cadena comenzó en 1999 y la dimos por terminada en 2019. Lentamente, como quien espera a ser el último en salir de un tren.

Esos poemas lentos, fruto de la electricidad y el amor, son los que componen Solo para amantes de las tormentas (Baile del sol, 2022).

El libro no podría llevar otra cita que no fuera de Iker Biguri y palabras en contraportada de Jorge Laespada.

Aquí está el libro, la cuadratura de mi círculo.

Gracias por tanto amor tantos años. Y gracias a Tito Expósito por publicarlo.

Soy un desastre, ahora caigo en que debería estar dedicado a Cova Aldecoa (La maga).

Tuyo es, amiga, para ti este libro que irradia luz amarilla. Como tú.

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