- José Manuel Marrero Henríquez
- Entrevistas
Daniela Marrero/El Día
¿El libro se escribe en el mismo momento de la cuarentena? Se fue escribiendo a medida que pasaba el proceso de la pandemia. Está dividido en cinco partes y siempre se trata de un mismo protagonista con nombres diferentes dependiendo de la etapa de la pandemia en la que se encuentre: el encerrado forzoso, el liberado a medias, el inmunizado...
Han pasado cuatro años tras aquel decreto del estado de alarma, el encierro y la desescalada. ¿Qué le lleva a la decisión de publicar Escritos antivíricos, su conjunto de relatos sobre la vida en pandemia? Fundamentalmente, porque creo que es un buen libro. El grueso de mis publicaciones son ensayos y lecciones de índole académica. Con este libro quedé muy satisfecho y además creo que puede servir para reflexionar sobre esa época y el futuro, y además para disfrutar de la lectura, porque Escritos antivíricos tiene sus rasgos de humor.
¿Hemos suprimido los recuerdos de la pandemia? ¿Llega este libro como una vacuna al olvido? No es un libro oportunista, sino un libro oportuno, porque no espero nada de él. El resto depende de los lectores y cuestiones de mercadotecnia que escapan a mi control.
¿Diría que a pesar de desarrollarse espacialmente en Canarias el libro es contemporáneo y universal? Está claro que es un libro con un protagonista que vive en Canarias, por supuesto. Pero los temas que trata, aunque algunos de ellos estén vinculados a lugares y asuntos locales, estos son también universales. Si alguien puede leer un libro ambientado en Nueva York, también puede leer un texto que transcurre en Agaete. Tengo un libro llamado El escritor canario y siento que podría haber escrito El escritor español, alemán o catalán. Lo que referencia a las Islas Canarias podría apelar a cualquier otro lugar.
¿Qué papel juega la idea del "antivírico" en su conjunto de relatos? La lectura del libro puede servir de reflexión sobre un periodo de la humanidad, cuando estuvo encerrada, para cuestionarse a sí misma y el sistema de producción y consumo, o lo que se considera el "buen vivir". Ideas que conviene modificar, porque el sistema que funciona no se sostiene. Hace falta una manera distinta de pensar sobre el presente y el futuro.
En la contraportada de Escritos antivíricos elabora una llamada de atención sobre una sociedad "que no corrige sus faltas" y que "huye hacia adelante". ¿A qué tipo de inconsciencia se quiere referir? Escritos antivíricos está pensado desde el principio como una reflexión sobre la época. Es necesario repensar las relaciones, la economía...
Alude en concreto a la sociedad de consumo. El capitalismo en sus manifestaciones más extremas es, en gran medida, el origen de todos los problemas. Nos estamos cargando el planeta con esta idea de que nos podemos servir de él como si fuese un lugar ilimitado, en el cual se puede consumir de manera creciente y hasta el infinito. Lo cual es una locura.
¿Cómo interviene el lenguaje en esto? Para tener una idea adecuada de futuro debemos plantearnos las cosas lingüísticamente. La finura en el lenguaje y la claridad y coherencia ayuda a la claridad y coherencia del pensamiento. El lenguaje está muy cuidado en el libro. Para pensar con claridad hay que pensar con minuciosidad, no con oscuridad.
Y en esta línea, su compañero de trabajo en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, el docente José Luis Correa, calificó en positivo Escritos antivíricos por su "cuidadísimo estilo". Un escritor, aparte de estar comprometido con su época y los problemas del mundo, debe estar involucrado con el material sobre el cual trabaja, que es el lenguaje. Digamos que yo cuido mucho lo que es la escritura en el sentido formal, aparte que de eso depende de llegar a más o menos lectores, comunicar, tener sentido del humor, ser irónico o sarcástico en determinados momentos. Depende todo del uso del lenguaje, esa es la materia con la que yo trabajo y por eso la respeto y la cuido muchísimo. No hay nada peor que leer un libro con pifias.
¿Y qué entiende por "pifias"? ¿Está de acuerdo con las estructuras más informales, las que se valen de la oralidad en lo narrativo? Cada texto se debe adecuar a las decisiones que el autor toma. Un escritor puede tomar la decisión de usar un personaje que narra oralmente, y entonces me parece bien. Ahí yo no entro ni salgo. Cada uno que use sus estrategias. Desde luego, en mi caso no es así. Lo que escribo responde al lenguaje que se usa en la escritura. Apenas uso coloquialismos. Sí utilizo ciertos rasgos de oralidad. Digamos que mi escritura es la escritura de un narrador culto. El que se comunica con sencillos, con un lenguaje sofisticado.
¿Qué autores orales? Por ejemplo, escritores como Manuel Puig, autor de Boquitas pintadas(1969) y El beso de la mujer araña (1976), o algunas novelas de Santiago Gamboa, con un trabajo excelente en Necrópolis (2009). Cada uno tiene su manera. No me gusta valorar las decisiones que toman los demás.
¿Cómo opera el sarcasmo en los relatos? ¿Es un mecanismo de defensa ante los temas sombríos? Digamos que el libro no entra a tratar los grandes dramas producidos por la pandemia, sino que entra a relatar la vida de una familia en cuarentena. El sarcasmo tiene más bien que ver con una mirada desanimada frente a las posibilidades de cambio social a partir de la experiencia de la pandemia. Ahí está la parte más oscura. El ver con ironía como esos cambios sociales no se den ni se vayan a dar en un futuro.
¿Es usted pesimista? Me obligo a tener cierto grado de optimismo, porque el pesimismo es aliado del status quo. El pesimismo es dejar las cosas como están. De la misma manera que las distopías son un aliado del establishment, porque alientan el sálvese quien pueda y el individualismo. Las utopías creo que funcionan mejor, o al menos los futuros posibles vistos de una manera positiva.
Si se retrotrae a la cuarentena desde la perspectiva de creador, ¿fue esta una pausa reveladora en su vida o un encierro opresivo? Lo viví con tranquilidad. Hacía deporte porque tengo una pequeña terraza y pasaba tiempo con mis niños, además de escribir los Escritos antivíricos. Me adapté bien y lo pasé con mesura y tranquilidad.
¿Existe algún vínculo entre sus anteriores publicaciones de corte académico sobre la ecocrítica y este libro? Está claro que de alguna manera mi trabajo ensayístico elaborado desde el 2000 está orientado a la literatura y medioambiente. Tengo trabajos relacionados con los tópicos del paraíso y la representación de Canarias creada por la industria turística. El vínculo existe porque es también afectivo. Me creé en un ambiente rural en Arucas y más tarde viví en EEUU, en un ambiente hiperindividualista. Todo tiene que ver con todo.
¿Por qué eligió el relato? Porque una novela requiere, al igual que una tesis doctoral, un largo periodo de tiempo concentrado. En la pandemia lo mejor que podía trabajar era temas puntuales, bien escritos y cortos. Para la novela necesito un tiempo que todavía no dispongo, pero tengo algunas páginas escritas y título. Lo que necesito es tiempo.